Puente Parral. Jarandilla de la Vega (Cáceres)
Puente Parral. Jarandilla de la Vega (Cáceres)
Puente de Alcántara. Mérida
Puente de Alcántara. Mérida
Panteón de Agripa. Roma
Panteón de Agripa. Roma

Si en algo se distinguieron los romanos fue en la capacidad de llevar la ingeniería a cotas nunca antes vistas en la antigüedad. Como en otros muchos aspectos de su sociedad fueron capaces de aprender de los pueblos vecinos o asimilados y mejorar sus ideas y conocimientos llevándolos al límite hasta rozar la exquisitez. Inventaron mucho pero perfeccionaron mucho más.

Tan sólo hace falta observar el titánico entramado de vías con las que comunicaron los territorios más lejanos del imperio con la capital para comprenderlo: desde el norte de Britania hasta el golfo pérsico, pasando por los desiertos africanos hasta las fronteras de la Germania. Y es que en su esplendor las calzadas imperiales principales constaban de más de 100.000 kilómetros y hasta las vías secundarias estaban elaboradas con tal calidad que ni las inclemencias del tiempo impidieran el ir y venir de comerciantes y ejércitos: deforestaron, aplanaron, desarrollaron diferentes capas con diversos materiales y técnicas hasta terminar piedra a piedra, losa a losa encajadas a la perfección y les sabían dar la sutil inclinación necesaria para desaguar por los laterales y evitar así la interrupción de las comunicaciones que eran vitales para ellos. De todos modos, hay que destacar que un buen número de vías, especialmente las secundarias, no tenían una superficie enlosada, más bien solía estar compuesta de materiales granulares finos sobre piedras gruesas, que permitían una buena filtración del agua y una buena circulación.

Qué decir también de los magníficos puentes que salvaban orografías imposibles como el puente de Alcántara cerca de Augusta Emérita en Hispania o el puente de Trajano sobre el Danubio en la Dacia, obra del legendario Apolodoro de Damasco y del cual aún quedan vestigios.

Termas de Aquae Sulis. Bath
Termas de Aquae Sulis. Bath
Termas de Caracalla. Roma
Termas de Caracalla. Roma
Presa de Cornalvo. Mérida
Presa de Cornalvo. Mérida
Presa de Proserpina. Mérida
Presa de Proserpina. Mérida

En ingeniería militar fueron capaces de levantar piedra a piedra el famoso muro de Adriano, el Limes Britannicus, de 3 metros de grosor y casi 5 de alto de costa a costa a lo largo de 117 kilómetros con 14 fortificaciones principales y 80 menores para guarecer la frontera de los pictos, o qué decir del menos conocido pero no menos importante Limes Germanicus construido fundamentalmente en madera, salvo algunos tramos y las fortificaciones importantes, a lo largo de 568 kilómetros siguiendo el Rin y el Danubio para proteger la frontera norte de las incursiones bárbaras. Levantaron 60 fortificaciones principales y 900 torres de vigilancia capaces de comunicarse entre sí y advertir a tiempo cualquier brecha abierta de magnitud en la frontera.

Los militares supieron aprovecharse de la ingeniería civil, usando esas magníficas vías de comunicación y esos puentes para desplazar las legiones de aquí para allá en tan poco tiempo que los enemigos frecuentemente no daban crédito a lo que veían sus ojos cuando se encontraban frente a legiones perfectamente formadas creyéndolas todavía a muchas jornadas de distancia. Gracias a las vías de comunicación y a una preparación férrea: no olvidemos que una legión avanzando a marchas forzadas era capaz de recorrer enormes distancias a una velocidad impresionante, como cuando Julio César se plantó con sus legiones en el sur de Bélgica desde la Galia Cisalpina cruzando los Alpes en un tiempo récord. Igualmente los ingenieros militares eran capaces de levantar puentes provisionales para cruzar cualquier rio por caudaloso que fuera: el Rin y el Danubio fueron testigos de ello: el mismo César se lo enseñó a los suevos en el primero y Trajano a los dacios en el segundo. Tan importante era este aspecto para el engranaje del mejor ejército de la historia hasta la invención de la pólvora, que una unidad de hábiles ingenieros conocidos como fabri se encargaba de satisfacer cualquier petición de los mandos por difícil y ardua que fuera la tarea. Para ellos era pan comido organizar y levantar un campamento o castra para una legión completa antes de caer la noche con unos soldados que se habían pasado la jornada marchando a veces por territorios desconocidos. Foso, terraplén y muro señoreaban un nuevo dominio aunque sólo fuera por una noche para repetir la misma operación en otro lugar al día siguiente. Aún hoy día se siguen encontrando restos de éstas edificaciones en territorios tan alejados de las antiguas fronteras como en las actuales Irlanda, Chequia, Holanda, Alemania, Egipto y países de oriente medio.

Acerca de la maquinaria militar hablaremos con más detalle en apartados militares.

Tuberías de plomo. Museo de Arlés
Tuberías de plomo. Museo de Arlés
Tubería romana. Mercado de Trajano. Roma
Tubería romana. Mercado de Trajano. Roma

En ingeniera civil, aparte de vías y puentes, merece una mención especial y sobresaliente la gestión del agua. Sin el preciado líquido y su constante flujo a todos los enclaves con un mínimo de población no se puede entender la prosperidad a lo largo y ancho de la nación romana. Hoy día en muchos lugares del mundo no tienen solucionado este problema básico para el desarrollo humano y los romanos hace ya más de 2.000 años entendieron lo fundamental que era garantizar el suministro a las urbes para el buen funcionamiento de sus sociedades. Un ejemplo bastante conocido lo tenemos en la Galia con el acueducto de Nimes y su espléndido pont du Gard como icono simbólico de una obra magnífica de 50 kilómetros, de trazado a veces sinuoso que horada rocas y cuevas y levanta puentes para poder mantener una ínfima y constante inclinación que permitiera la circulación del agua desde el origen hasta los depósitos municipales, con tan sólo 12 metros de desnivel de inicio a fin. Esto hicieron en Nimes y a lo largo y ancho de todos sus dominios, ya fueran los múltiples acueductos que satisfacían al millón de habitantes de Roma o uno desconocido en tierras recónditas. A parte de Nimes encontramos otros preciosos vestigios en la provincia de Hispania para los que tampoco parece correr el tiempo como son el acueducto de Segovia o el pont del diable en Tarragona. En muchas ocasiones se sirvieron de embalses para disponer de mejores reservas acuíferas. Sin ir más lejos se han documentado hasta 72 de cierta envergadura en la actual España como los aún visitables de Proserpina y la presa de Cornalvo en Mérida.

Destacable fue el desarrollo de la minería dejando muestras como Rio Tinto en Huelva y Las Médulas en León. Ambas en la principal provincia minera del imperio: Hispania, citada en este campo con reverencia por Plinio, Mela y el griego Estrabón por su gran importancia. Se elevó a la categoría de arte el uso de la fuerza hidráulica y múltiples restos demuestran la magnitud colosal de las explotaciones mineras que principalmente se centraron en la extracción de plata, oro, hierro, cobre y plomo. Otras provincias destacadas fueron la Galia, la Dacia, Chipre, Egipto y Britania, y sólo conjuntamente podían competir en volumen y riquezas con las de Hispania. Con estas materias primas a su disposición desarrollaron técnicas avanzadas de metalurgia para sacarles el mayor provecho.

Construcción de templos
Construcción de templos
Construcción de calzadas
Construcción de calzadas
Construcción de arcos
Construcción de arcos

Realizaron importantes obras de ingeniería en todos los campos: cloacas que permitían mejoras en los niveles de salud de la población nunca vistas antes en núcleos de miles, decenas de miles y en ocasiones cientos de miles de habitantes, como las de Roma, donde la más antigua: la Cloaca Máxima, datada en el siglo VI a.C. en los tiempos legendarios de los antiguos reyes, sigue en funcionamiento hoy día y su salida es perfectamente visible a orillas del Tíber. Muchas ciudades europeas de todo tamaño y condición continúan sirviéndose de estas antiguas obras civiles sin que sus habitantes sean conscientes de ello. Los ingenieros romanos también desarrollaron la climatización de espacios y aguas, tanto para baños públicos como para villas o palacios de personalidades pudientes que pudieran permitírselo: conocido como hipocausto idearon un sistema de calentamiento del aire con canalizaciones que recorrían paredes y suelos. Sirvan de ejemplo las termas de Caracalla en Roma donde cientos de esclavos mantenían en funcionamiento un horno interno y otro externo, para goce y deleite de hasta casi 2.000 personas que se aseaban, relajaban y cerraban negocios entre verdaderas piscinas de todas las temperaturas adornadas con mosaicos tanto en el suelo como en el techo, mármoles, esculturas y todo tipo de ricos ornamentos que haciendo volar la imaginación nos hace pensar lo bien que podía aprovechar el ciudadano medio la riqueza y el poder de Roma. También fueron maestros en la construcción de cúpulas o bóvedas, llegando a los límites de la física en el panteón de Agripa en Roma y en la basílica de Santa Sofía en Constantinopla. Por último, son los inventores del mejor cemento del que se tiene constancia, capaz de resistir bajo el agua durante dos milenios cuando los mejores cementos de la actualidad (como el Portland) son incapaces de sobrevivir un solo siglo. Gracias a ello pudieron idear obras de la magnitud del coliseo de Roma y el anteriormente citado panteón de Agripa. Es una verdadera lástima que en algún momento de la historia se hayan perdido las técnicas para su elaboración.

En todas estas obras los ingenieros se sirvieron de maquinarias mejoradas o de nueva invención que impulsaron un mundo nuevo y mejor. Especial mención merecen el tornillo de Arquímedes usado para elevar el agua o desecar terrenos anegados por ella, los instrumentos de topografía que permitieron las mejores calzadas y trazados de acueductos, y todo tipo de grúas, poleas y montacargas que permitieron mover toneladas de piedra en múltiples obras de ingeniería o extravagancias tales como hacer aparecer un león bajo la arena de un anfiteatro en plena lucha de gladiadores.

La figura de referencia en la ingeniería romana es VITRUVIO, autor de la obra más antigua en esta materia y la única de la antigüedad que ha llegado hasta hoy: De architectura, usada incluso en la Edad Media y tras su pleno redescubrimiento por Petrarca se considera que sentó las bases de la arquitectura renacentista. Consta de 10 libros donde trata entre otras muchas cosas acerca de la maquinaria, los edificios, los materiales, la hidráulica y los colores. Su obra engloba disciplinas diversas: ingeniería, arquitectura, artesanía, paisajística y arte. Fue el arquitecto de César en su juventud y dedicó su tratado al posterior emperador Augusto.

Construcción de bóvedas
Construcción de bóvedas
Construcción de acueductos
Construcción de acueductos

Otros personajes destacados son:

APOLODORO de Damasco, creador de obras legendarias como la columna trajana, del magnífico y considerado puente imposible sobre el Danubio en las Puertas de Hierro, fundamental para que Trajano sometiera toda la Dacia. Otras obras destacadas son las termas de Trajano, el foro trajano (con la basílica Ulpia y el gran mercado de Trajano), el puerto de Ostia, y los arcos de triunfo de Ancona y de Benevento entre otras. Por último hay que señalar que se le atribuye el panteón de Agripa de tiempos de Adriano, por ser contemporáneo suyo y ser una obra de una técnica sublime para el alzado de la bóveda más pesada de la historia hasta entonces. Fue arquitecto e ingeniero de varios emperadores, pero principalmente fue el ejecutor de los sueños de Trajano.

CAYO SERGIO ORATA, el inventor del hipocausto, un sistema de calefacción subterránea muy utilizado en las termas y en las viviendas de ciudadanos acaudalados.

Puente de Salamanca
Puente de Salamanca
Acueducto de Segovia
Acueducto de Segovia
Calzada Romana del Camino de Santiago (Navarra)
Calzada Romana del Camino de Santiago (Navarra)

En este Mapa Dinámico podremos ver las minas explotadas por el Imperio Romano

Autor: Eduardo Ortiz Pardina