Syntagma de una Falange formando un erizo con sus lanzas (sarissas) de 4 a 6 metros
Syntagma de una Falange formando un erizo con sus lanzas (sarissas) de 4 a 6 metros

Si en algo se apoyó la grandeza y la gloria de Roma, fue en su extraordinaria superioridad bélica. Cuando hablamos de las legiones, nos referimos al mejor ejército de la historia, superando a las brillantes falanges macedónicas de Alejandro Magno compuestas por impenetrables syntagma, verdaderos erizos de lanzas de varios metros de longitud.

Su movilidad, su rapidez, su insuperable preparación física, su versatilidad en los cambios de formación, su disciplina, su potencial estratégico y táctico, su armamento y artillería (obras maestras de la ingeniería clásica), y su patriotismo materializado en sus estandartes sagrados, objetos de veneración religiosa y protección a ultranza, convirtieron a la legión en la mejor herramienta ofensiva y defensiva de la historia hasta la aparición de las armas de fuego.

Completamente invencibles en igualdad de condiciones, fueron capaces de derrotar a enemigos que multiplicaban varias veces en número a sus fuerzas, y lo hicieron un sin fin de veces, en terrenos desfavorables, en territorios bárbaros y frente a enemigos despiadados ante los que era impensable plantearse la rendición, por tanto, las batallas en las que se veían implicados eran generalmente luchas a muerte en las que una derrota suponía perder la vida, y caer en manos enemigas un suplicio espantoso. Esto nos da una idea de la fortaleza de espíritu que esos hombres debían irradiar, un espíritu de equipo y combativo que dejaría en evidencia a cualquier ejército de la actualidad.

Podemos observar una evolución desde sus arcaicos orígenes, pasando por diferentes etapas de esplendor, hasta llegar a la decadencia final, que aproximadamente podemos relacionar con las etapas políticas.

Legionarios de la Monarquía, República, Alto Imperio y Bajo Imperio
Legionarios de la Monarquía, República, Alto Imperio y Bajo Imperio

MONARQUÍA

En sus inicios la ciudad estaba dividida en tres tribus, latinos, sabinos y etruscos. Cada tribu la componían diez curias o barrios. Y cada curia se dividía en diez gentes o manzanas de casas que a su vez se subdividían en familias.

Las curias se reunían dos veces al año para celebrar el comicio curiado que cuando era necesario elegía el rey. Puede considerarse que esta monarquía electiva era una democracia absoluta, que funcionó durante años mientras la ciudad era pequeña y no requería de grandes complejidades organizativas.

En el ejército sucedió lo mismo. Se basaba en la división en treinta curias, cada una de las cuales aportaba una centuria y una decuria, es decir, cien soldados de infantería y diez de caballería con sus respectivas monturas.

Puede decirse entonces, que el ejército primitivo de Roma estaba compuesto por una única legión de 3.300 hombres. Etimológicamente esta palabra significaba “leva”. El rey dirige las tropas pero con el consejo del comicio centuriado de la legión, cuyos oficiales se denominan pretores.

El ejército no era de carácter obligatorio al principio, puesto que las campañas se llevaban a cabo cuando hacia buen tiempo y las tropas se licenciaban en invierno.

El rey Servio Tulio (578-534 a.C.) hizo una reforma siguiendo un esquema económico: los más ricos integraban la caballería, mientras los menos ricos formaban la infantería, y los proletarii (literalmente los que crían hijos, que eran los más pobres y sin tierras) estaban excluidos del ejército.

La forma de combatir primitiva siguió el modelo clásico de las falanges griegas: formaciones compactas con picas. Eficientes en terreno llano como en el Lacio, pero poco flexibles en terrenos abruptos, lo que hizo evolucionar el concepto de la legión con las expansiones territoriales.

Murallas y Pretorio de Tarraco. Tarragona
Murallas y Pretorio de Tarraco. Tarragona
Murallas de Arelate. Arlés
Murallas de Arelate. Arlés

REPÚBLICA ARCAICA

Con el cambio de régimen político tras doscientos cuarenta años de historia, un gran comicio centuriado estableció la elección de dos cónsules anuales y colegiados. Tenían amplios poderes políticos y eran los generales en jefe de los ejércitos. En la República arcaica se establecieron dos legiones, una bajo el control de cada cónsul. El primero de ellos, apodado Publícola, el amigo del pueblo, estableció la tradición de hacerse acompañar por los líctores con sus fasces como símbolos del poder de su magistratura sobre la vida y la muerte emanado del pueblo. El símbolo de las fasces era un tipo de hacha, una segur, saliendo de un haz de varas de olmo o abedul atado con cinta roja. Las varas se utilizaban para castigar a los condenados y la segur para decapitarlos.

A lo largo del siglo V a.C. se amplió el ejército a cuatro legiones, comandando dos cada cónsul: legio I, II, III, y IIII (no se usó IV para la cuarta). Siendo la Legión I la más prestigiosa. Con el tiempo se fueron acompañando de legiones aliadas de otras tribus itálicas.

El ilustre Marco Furio Camilo (405 a.C.) estableció el stipendium o soldada y mejoraron las condiciones de los legionarios.

Durante las tres guerras samnitas (343-290 a.C.) las legiones tuvieron que evolucionar sustancialmente, ya que se vieron obligadas a luchar en terrenos montañosos poco adecuados para el estilo de las falanges de estilo griego que tan buen resultado daban en terrenos llanos. Así pues durante estos siglos se constituyó el manípulo (160-200 hombres, dos centurias) como unidad básica. Las legiones que comandó Escipión en las guerras púnicas constaban de 5.200 infantes y 300 équites, con un tamaño similar a las legiones del Alto Imperio.

Distribuía los manípulos de la siguiente forma: los hastati con los más jóvenes, los príncipes, más expertos y mejor equipados, y los triarii, los más veteranos. La formación de combate constaba de tres líneas al tresbolillo, es decir, una a otra tapaba los huecos que esta dejaba y viceversa. Se dejaban espacio entre ellas para poder retroceder en caso de necesidad y con la siguiente línea proteger la retirada, o incluso en casos de necesidad táctica, avanzar y fortalecer la línea de combate. A la hora de luchar, la primera línea cerraba filas para no dejar fisuras por donde pudiese entrar el enemigo. En combate cada centuria formaba generalmente un cuadrado con 10 hombres de frente por 8 de fondo. A esta formación en cuadrícula se la conoce como quincux.

Escipión el Africano (joven)
Escipión el Africano (joven)

Por otro lado, se extendió rápidamente la utilización de tropas auxiliares, formadas por: velites (infantería ligera) y auxilia (tropa extranjera). Entre estos últimos destacaron los honderos baleares, expertos en el uso de las hondas que desgastaban eficazmente al enemigo antes de entrar en el cuerpo a cuerpo contra las legiones, y que previamente habían servido bien a los cartagineses, como ocurrió en la invasión de Italia por parte de Aníbal. También estuvieron muy bien valorados los arqueros cretenses, y en tiempos del Imperio la caballería germana bátava.

En cuanto a la caballería, los equites formaban a los costados y seguían una distribución particular: la mayor unidad era el ala que constaba de 300 jinetes, y que se dividía en 10 escuadrones. Cada escuadrón poseía 3 decurias de 10 jinetes cada una. Al mando de cada una estaba el decurión.

QUINCUX. Formación en cuadrícula. Período Republicano hasta Cayo Mario
QUINCUX. Formación en cuadrícula. Período Republicano hasta Cayo Mario

REPÚBLICA TARDÍA

Julio César
Julio César

La mayor reforma se llevó a cabo en el consulado del 104 a.C. con Publio Rutilio Rufo y Cayo Mario. El primero introdujo los ejercicios de instrucción y cambió el sistema de elección de oficiales.

Pero quien revolucionó las legiones fue Mario, permitiendo la entrada de voluntarios, convirtiendo así al ejército en profesional, consiguiendo mejorar la movilidad e independencia de las legiones haciendo que los soldados cargaran hasta 45 kilos de bagajes (“las mulas de Mario”) sin necesidad de ser acompañadas de largas columnas de carros. Y finalmente estableció la cohorte de 600 hombres como unidad táctica básica de la legión, dotándola de 10.

A partir de esta reforma una legión consta teóricamente de 6.000 hombres. Cada cohorte disponía de 3 manípulos de 200 hombres cada uno, y cada manípulo de 2 centurias, cada una de las cuales con 100 soldados. En combate se situaba al mando de ellas un centurión en primera fila dando ejemplo, y como segundo al mando un optio en la última vigilando el cumplimiento de órdenes y la correcta ejecución de las maniobras. Los centuriones podían identificarse por el penacho horizontal, las grebas metálicas, las frecuentes condecoraciones y la espada situada en el lado izquierdo a diferencia de los legionarios que la llevaban en el derecho.

La unidad más pequeña era el contubernium, equivalente a un pelotón moderno, y solían compartir tienda en el campamento, cocinaban, comían, y combatían juntos.

Junto al ejército se extendió la utilización de auxiliares administrativos, y de fabri, unos ingenieros expertos encargados de resolver problemas sobre el terreno como vadeo de ríos, asedio a fortificaciones u organización del campamento. Su tarea era muy útil, como quedó demostrado en la construcción de un puente de madera sobre el caudaloso Rin, en tiempo récord, que permitió una incursión de castigo por parte de Julio César en las tierras de los suevos, los germanos más poderosos de aquel entonces, saqueadores y amenaza fronteriza.

ALTO IMPERIO

Precisamente fue Julio César quien supo sacar el mayor provecho a la evolución del ejército y llevó a las legiones a una de sus etapas de mayor esplendor siendo seguramente las que lucharon bajo su mando las más duras de toda la historia de Roma. Su formación típica de combate era el triplex acies, en referencia a la triple línea de cohortes, con cuatro en la primera y tres en las dos siguientes y que sería usada con frecuencia hasta el Bajo Imperio.

Una variante del triplex acies fue el acies duplex, compuesta por dos líneas de cinco cohortes, usada ante enemigos muy numerosos.

Al subir al poder Augusto, controlaba 60 legiones, aunque poco después disolvió algunas y otras se fusionaron, dando lugar a las legiones Gemina que significan “gemeladas”. Con el tiempo confeccionó un ejército de 150.000 legionarios repartidos en 28 legiones, reforzados por 180.000 soldados auxiliares. También estableció dos flotas principales y varias menores.

Augusto modificó ligeramente la estructura de la legión, dotándola de nueve cohortes de 480 hombres y una primera de 800, denominada “fuerza doble” que protegía al comandante y al estandarte. Junto a la infantería añadió un escuadrón de caballería de 128 hombres. Teóricamente las legiones del Alto Imperio constaban de 5.248 hombres. Como acostumbraban a ser acompañadas de un contingente similar de auxiliares, se puede considerar que en este período cuando se movilizaba una legión, se solían poner en marcha un total de 10.000 soldados.

Regularmente las legiones eran capaces de recorrer en un día más de treinta kilómetros cargando los bagajes, y en caso de necesidad llegaban a realizar marchas de hasta cincuenta kilómetros.

Entre otras muchas reformas que pudo llevar a cabo el primer emperador, destaca el establecimiento del ius iurandum, un juramento de fidelidad o sacramentum, derivado de uno existente desde el año 216 a.C. que, a su vez, había unificado dos que existían previamente: de obediencia al Cónsul y de fidelidad a la centuria. La ceremonia se estableció para los días 1 de enero (más tarde los 3) y todos los legionarios renovaban sus votos de lealtad. La traducción literal del latín rezaba: «Los soldados juran que obedecerán al emperador de buen grado e implícitamente en todas sus órdenes, que nunca desertarán y que siempre estarán dispuestos a sacrificar sus vidas por el Imperio romano». De esta tradición provienen las juras de bandera.

Pretorianos
Pretorianos
Centurión del Alto Imperio
Centurión del Alto Imperio

Al frente de las legiones imperiales estaba el mismo emperador, o bien un general o generales designados para el ejército o ejércitos, generalmente cónsules o pretores, que eran magistrados superiores.

A cargo de una legión completa se situaba un legatus legionis o legado, el segundo al mando era un tribunus laticlavius o tribuno de banda ancha (más tarde tribuno militar), y el tercero era el praefectus castrorium o prefecto del campamento. Un cargo de prestigio en la legión era el de centurión de primera clase, los primi pili o primipilos, y entre ellos uno era el primus pilus o primera lanza. Tenerlos al lado en combate en primera fila infundía valor hasta a los más cobardes.

En el Estado mayor también participaban los cuestores, que eran magistrados inferiores que al terminar su servicio entraban directamente en el Senado, y tenían que haber sido previamente tribunos de banda ancha. Era este un buen camino en el cursus honorum.

Por debajo los prefectos, al mando de una cohorte auxiliar (los de caballería tenían más prestigio que los de infantería), los diferentes niveles de centuriones (de cohorte, de centuria, etc.), o decuriones (para el caso de las unidades de caballería) y optios.

En el Estado mayor también tenían derecho a estar los cinco tribunus angusticlavius o tribunos de banda estrecha, unos oficiales cadetes que hacían sus primeras armas y aprendían mientras iniciaban así sus primeros pasos en el cursus honorum durante seis meses, la semestri tribunata. A partir del 23 d.C. los jóvenes pertenecientes a familias adineradas de la orden ecuestre tenían que servir como tribunos de banda estrecha. Los hubo que se lo tomaron como unas vacaciones y otros que aprendieron y aportaron desde el primer día como fue el caso del gran general Agrícola que entre otros honores tiene el de haber dado a Roma su victoria más septentrional, en la actual Escocia.

TRIPLEX ACIES. Formación típica de Julio César. Usada en el Alto Imperio
TRIPLEX ACIES. Formación típica de Julio César. Usada en el Alto Imperio

BAJO IMPERIO

A finales del siglo III en tiempos de Diocleciano como coemperador con Maximiano, el Imperio se dividió en más de cien provincias de menor tamaño que las originales. A cada una de ellas se les asignó un gobernador y un comandante militar. Constantino el Grande siguió reorganizando el Imperio.

Las legiones fueron comandadas por un prefecto, con los tribunos de banda ancha como segundos y elegidos por el emperador. Se sustituyó al prefecto del campamento por un segundo tribuno como tercero al mando, cargo que se obtenía por méritos de servicio militar.

Los tribunos de banda estrecha desaparecieron y surgen los candidatos militares o candidati militares. En tiempos de Constantino formaron dos cohortes y vistieron túnicas y capas blancas, siendo elegidos por su buena presencia y altura. Pertenecieron a la guardia personal del emperador como unidades independientes y en varias ocasiones entraron en combate junto a él.

Los comandantes militares de cada provincia eran los líderes o dux, de donde derivan los duques posteriores. Podían dirigir más de una provincia y en algunos casos todo el Este o el Oeste del Imperio con el rango de compañero del emperador o comes, de donde derivan los condes posteriores.

Como se ha comentado en otros apartados, existieron en esta época ejércitos estáticos, legiones limitanei en las fronteras y varios ejércitos móviles en diversos puntos del territorio, compuestos por legiones de élite, comitatenses y palatinas con mejor armamento que las estáticas.

En el último siglo, las legiones solían constar de alrededor de 1.000 hombres, estando integradas en gran parte por soldados de origen bárbaro, sobre todo tras el desastre de Adrianópolis en el año 378. De entre todos destacó Flavio Estilicón, hijo de romana y vándalo, los comes Silvano y Lutto que eran francos, Magnencio y Ursicino germanos, o el tribuno Maloubades, perteneciente a un contingente de escolta imperial de caballería pesada, los armaturae, y que llegó a ser rey de los francos.

A pesar de que se ha culpado a la barbarización del ejército como una de las causas de la caída de Roma, lo cierto es que lucharon bien para el Imperio, y el prestigio de la institución imperial y de lo que significaba Roma infundió respeto durante mucho tiempo. La caída se debió muchísimo más a la mala gobernanza y a conflictos civiles que desangraron al Imperio que a los componentes humanos de las tropas.

ACIES DUPLEX. Época Imperial. Contra enemigos numerosos
ACIES DUPLEX. Época Imperial. Contra enemigos numerosos

La Notitia Dignitatum

Hay que hacer una mención especial y aparte de esta gran obra del Bajo Imperio que ha llegado hasta nosotros gracias a copias en códices carolingios. Ilustra la organización administrativa de los dos Imperios, el Oriental y el Occidental, los emblemas y el equipamiento de las legiones, etc. Se trata de una joya única que da una información muy valiosa de este período irrepetible que precede, como los definió Petrarca, a los Años Oscuros de la Alta Edad Media.

Dolabra encontrada en Teutoburgo. Mezcla de pico y hacha
Dolabra encontrada en Teutoburgo. Mezcla de pico y hacha

Campamentos

También cabe destacar la importancia de los campamentos o castra, que estaban perfectamente organizados y bien protegidos.

Los campamentos de campaña o campamentos de marcha, conocidos como castra aestiva, solían construirse en zonas fronterizas o en territorio hostil soportando la constante amenaza de posibles ataques. Los soldados debían ser capaces de construirlo en pocas horas tras un día de marchas forzadas, para asegurar la defensa durante el descanso.

Si era posible, una avanzadilla de la legión compuesta de 10 hombres por centuria, solía comenzar a trabajar antes de que llegara el grueso de la tropa. Los legionarios debían ser tan hábiles con el pico o dolabra y la pala como en el uso de las armas. Preferentemente se elegía una colina o elevación, luego se nivelaba el terreno, se empezaba a construir por el praetorium que se señalizaba con una bandera blanca y a partir de allí se marcaba una cuadrícula perfecta con calles y emplazamientos de tiendas con lanzas y banderas púrpuras.

Básicamente seguían un esquema rectangular, rodeados por un foso o fossa. Con la tierra extraída se levantaba un terraplén o agger, encima del cual se construía un muro o vallum de madera si el campamento era provisional, o de piedra y madera si era de larga duración. Las murallas de los campamentos provisionales debían tener de 3 a 4 metros de altura y el foso 4 metros de profundidad por 1 de ancho. Las medidas exactas dependían de los mandos. Paralelamente, se dejaban sesenta metros entre las murallas y las tiendas, para evitar flechas incendiarias o cualquier artefacto que pudiera extender el fuego por el campamento. Parte de este espacio lo ocupaba el ganado, el botín, los prisioneros, etc.

Cada campamento se dividía mediante dos calles principales: la via principalis de norte a sur, y la via decumana de oeste a este. Se ubicaba un foro en la intersección de estas vías. Además habían cuatro puertas: decumana, praetoria, principalis dextra, y principalis sinistra. La entrada principal, la decumana, se situaba de espalda al enemigo, y la praetoria cerca del praetorium de cara a él. Existía un sistema de guardias y contraseñas muy estricto y eficiente que mantenía cualquier campamento romano completamente alerta.

Legionarios fortificando sus defensas
Legionarios fortificando sus defensas
Campamento romano
Campamento romano

Los campamentos estables podían ser de dos tipos:

Castra hiberna: utilizados para pasar el invierno, eran los más frecuentes. Augusto estableció que podían albergar un máximo de dos legiones. Las tropas se dirigían a estos campamentos cuando la temporada oficial de campaña se cerraba, que desde los orígenes de Roma estaba establecido el 19 de octubre, coincidiendo con el Festival del Caballo de Octubre. En la Roma arcaica los soldados aprovechaban para hacer la cosecha. En la capital se seguía celebrando una ceremonia en el Templo de Marte.

Castra stativa: de carácter permanente. A partir de estos últimos acabaron evolucionando núcleos urbanos, debido a que en muchos casos se iban instalando familiares de los legionarios y todo tipo de comerciantes, como ha ocurrido en el caso de la ciudad de León.

Como anécdota hay que apuntar que ni tan siquiera un general se atrevía a cabalgar dentro del campamento. Tan grande era la superstición de los soldados, que consideraban que ese acto atraía la mala suerte.

Armamento, Estandartes y Trompetas

En cuanto al armamento usado por los soldados podía ser de dos tipos: tela u ofensivo, y arma o defensivo. En el ofensivo tenemos el gladius o espada, pilum o jabalina, hasta o lanza, arcus o arco, y sagita o flecha. En el defensivo la lorica o coraza, galea o casco de cuero, scutum o escudo cuadrado de cuero, y parma o escudo pequeño y redondo.

Por otro lado también existían piezas de artillería, algunas evolucionadas de las utilizadas por los griegos y otras de nueva creación, destacando: la ballista, que lanzaba proyectiles de hasta 50 kg a una distancia superior a los 150 m., y el scorpio, que lanzaba grandes dardos con suma precisión hasta una distancia de 400 m.

La utilización de artillería se generalizó en tiempos de Julio César, incluyendo unas 50 piezas entre ballista y scorpio en cada legión, onagros y catapultas aparte. Más adelante, las cuatro legiones que asediaron Jerusalén en el año 70 d.C. castigaron a los judíos con 200 catapultas.

Hay que hacer mención en este capítulo a la trascendencia de los estandartes. En tiempos imperiales tenían tal importancia que eran considerados objetos sagrados, el símbolo de la fuerza y el espíritu de Roma. Su pérdida suponía una gran desgracia y en muchas ocasiones fueron objeto de grandes esfuerzos para su recuperación, como sucedió con las águilas de las tres legiones de Varo aniquiladas en la Germania en tiempos del emperador Augusto.

En su origen más primitivo consistían en meros palos envueltos con un haz de heno con la misión de reunir a las tropas en la batalla. Un poco más tarde los estandartes tuvieron diversos diseños, como cabezas de lobo, de caballos, de osos, minotauros, águilas e incluso cráneos. Con el reformador Cayo Mario se estableció el águila, ave sagrada de Júpiter, como símbolo único de la legión. Llegó a ser venerado como un pequeño altar.

Centuria de una Legión al asalto en formación de tortuga
Centuria de una Legión al asalto en formación de tortuga

Así pues, con las sucesivas reformas se llegó a una estandarización que se resumía en tres tipos: Signum, el estandarte de las centurias y punto de referencia de los legionarios, Aquila, el estandarte de la legión y objeto de culto religioso, su diseño giraba en torno al águila imperial, y Vexillum, el estandarte de las fuerzas que estaban de servicio lejos de la legión, y que solían representar a alguna deidad protectora.

Ser portador del estandarte era un gran honor, y el que llevaba el Aquila, el aquilifer tenía mucha influencia en la tropa. A veces los portaestandartes, que gozaban de un rango superior a los legionarios, participaban en los consejos de guerra con los altos oficiales.

Caballería romana cargando
Caballería romana cargando

Tras las guerras dacias (101-106 d.C.) las unidades de caballería se influenciaron por el enemigo y empezaron a usar el signum draconis o draco, que era una cabeza de dragón de madera o bronce, del cual pendía un largo cuerpo de telas. En medio siglo toda la caballería romana usó este símbolo.

Los comandantes de las legiones también usaron estandartes, que en el Alto Imperio consistían en banderas cuadradas con bordados púrpura que identificaban la legión y el mando, pero en los últimos siglos, durante el Bajo Imperio, lo habitual era que las unidades de los generales en jefe usaran el draco como estandarte. Es fácil imaginar la impresión que causarían las unidades montadas de élite acorazadas con armaduras de malla cargando al galope con sus dragones en alto, hinchando sus telas y activando un dispositivo que tenían en su boca que hacían que aullasen al circular el viento.

El día a día de una legión estaba regido por toques de trompetas. Existía un grupo de músicos desarmados que tocaban el lituus, una trompeta de madera recubierta de piel, y unos cuernos con forma de “C”, el cornu y la buccina. Iban vestidos con chalecos de cuero y gorros de piel de oso que colocaban sobre sus cascos.

Los relevos de la guardia, el despertar, el ir a dormir, la preparación para la marcha y la puesta en marcha de la legión tenían sus toques específicos de trompeta, así como las señales de batalla que eran vitales para transmitir órdenes con prontitud: marcha hacia adelante, giro a la izquierda o derecha, levantar lanzas, bajar lanzas, volver a formación, formar en línea recta, doblar número de soldados en fondo, etc. Los legionarios solían estar bien entrenados y si tenían mandos competentes podían hacer maravillas en el campo de batalla.

La Armada

En cuanto a la marina, se sabe que los romanos no tuvieron una flota de guerra hasta el año 260 a.C. cuando se apoderaron de un barco cartaginés embarrancado en las costas italianas, y decidieron imitar el modelo de navío que dominaba el Mar Mediterráneo de punta a punta. Ese mismo año el cónsul Duilio regaló la primera victoria naval a Roma en la batalla de Milazzo. Las proas de los navíos apresados engalanaron la famosa «columna rostral» del Foro.

Con el tiempo, la flota romana empezó a dominar los mares, llegando el esplendor con Pompeyo que construyó una gran flota y exterminó a los piratas cilicios, que tanto dañaban el comercio marítimo, en la batalla de Coracesio. Otras grandes batallas navales fueron las del Cabo Ecnomo y la de Accio, enmarcada en una contienda civil romana.

Las dos principales flotas de la armada se situaron en Miseno, cerca de Nápoles, y en Rávena, en la costa noreste en el mar Adriático.

Las naves de guerra, conocidas como naves longae, podían tener de una a tres líneas de remeros, utilizaban la quilla reforzada como arma de embestida, y unos puentes con enganches para abordar con legionarios las cubiertas enemigas (los corvi). Al final también se extendió el uso de algunas armas de artillería, muchas de las cuales utilizaban fuego para multiplicar los daños en el enemigo.

Un libernium o liburna, que era la galera de guerra más pequeña de la flota romana contenía 160 marineros y 40 miles classicus o infantes de marina. Todos estaban entrenados para poder combatir.

Mosaico. Barco romano
Mosaico. Barco romano
Barco de guerra romano
Barco de guerra romano

Autor: Eduardo Ortiz Pardina