Templo de Diana. Mérida
Templo de Diana. Mérida
Templo de Hércules Víctor. 120 a.C. Roma
Templo de Hércules Víctor. 120 a.C. Roma

Los romanos más antiguos adoraban a los numina, fuerzas de la naturaleza que residen en las cosas, los seres y la naturaleza. Al principio no tenían representación humana pero posteriormente se van perfilando algunas de las divinidades, entre ellas las más destacadas fueron:

-La tríada capitolina, compuesta por Júpiter, Juno y Minerva. Tenían un templo en el mismo Capitolio.

Marte, el dios de la guerra.

Jano, o Janus, el dios de las puertas, los comienzos y los finales. En honor de esta deidad de dos rostros se consagró el primer mes del año, enero.

Venus, la diosa de los jardines.

Vesta, la diosa del fuego doméstico.

En el culto privado o familiar, el cabeza de familia conocido como pater familias, era el responsable de los ritos, generalmente enfocados a las divinidades domésticas, los lares o dioses de la casa, y los penates o dioses de la despensa.

En las viviendas un poco pudientes, existía un rincón del atrio destinado al lararium, una hornacina para el culto familiar de los antepasados, con figuritas e imagines maiorum, que eran retratos que en un principio fueron las máscaras mortuorias y se exhibían durante los funerales.

Por otro lado, otras divinidades llamadas manes, eran las almas de los muertos. Los difuntos se transformaban en sombras o fantasmas y pasaban a ser dioses del reino de la muerte. Existía una fosa sagrada, el mundus, que se destapaba tres meses al año y permitía a los difuntos volver sobre la tierra. Además de estas deidades, cada individuo rendía culto a su genio personal.

Templo de Nimes (Maison-Carrée). Nimes
Templo de Nimes (Maison-Carrée). Nimes

La religión pública propició la instauración del Estado romano, debido al principio de adecuar las acciones de la nación a los designios soberanos de Júpiter, con la vocación de implantar en el mundo los deseos de un dios que defendía la justicia, el derecho, la lealtad, etc. En el mundo latino se consideraba que arbitraba en los litigios entre ciudades, garantizaba los pactos y las fronteras, y todo lo referente a las relaciones entre las diferentes etnias.

Todo podía suceder con tal que los dioses o Júpiter, el más importante de todos, lo deseasen. El cosmos es un equilibrio dinámico, que se refleja en el pacto entre dioses y hombres, pax deorum, en donde todas las acciones culturales romanas tienden a su mantenimiento, recuperación cuando el pacto parece roto, o al establecimiento de uno nuevo cuando las circunstancias lo indican. Se necesitaba el favor de los dioses o de Júpiter en las decisiones de estado y por todo ello se utilizaban adivinos expertos en averiguar la voluntad divina:

-Los arúspices: leían en las vísceras de las víctimas sacrificadas.

-Los sacerdotes quindecimviri sacris faciundis: que leían en los libros sibilinos, Libri Sibillini, una compilación de oráculos de origen griego.

-Los augures: interpretaban directamente los deseos de Júpiter, eran los más importantes y estaban constituidos en colegio sacerdotal. Estudiaban los signos celestiales y el vuelo de las aves.

El arte adivinatorio tuvo su origen en Etruria, región situada al norte de la península itálica, que fue uno de los pueblos más religiosos de la Antigüedad y cuyos ritos, que señalaban la relación entre los dioses y los hombres, marcaron fuertemente su personalidad.

Durante la República se fueron asimilando los dioses griegos, y las antiguas divinidades quedaron mejor definidas. Los principales dioses del panteón romano eran los siguientes:

Bronce representando un hígado. Usado para la adivinación por arúspices etruscos
Bronce representando un hígado. Usado para la adivinación por arúspices etruscos
Diosa Venus. Siglo II a.C.
Diosa Venus. Siglo II a.C.
Dioses Equivalente Griego Funciones
Júpiter Zeus Rey de hombres y de dioses, es el más poderoso
Juno Hera Protectora del matrimonio; esposa de Júpiter
Minerva Atenea Diosa de las artes, las ciencias, la sabiduría y la guerra; hija de Júpiter
Apolo Apolo Dios de la música, la poesía, los augurios y de la luz solar
Neptuno Poseidón Dios del mar
Marte Ares Dios de la guerra
Venus Afrodita Diosa de la belleza y del amor; nació de la espuma marina
Mercurio Hermes Mensajero de los dioses, protector del comercio y de los viajes
Vulcano Hefestos Dios del fuego
Ceres Deméter Diosa de la agricultura
Diana Artemisa Diosa cazadora, protectora de los bosques; hermana gemela de Apolo
Templo de Poseidón (Época arcaica griega). Paestum
Templo de Poseidón (Época arcaica griega). Paestum
Templo de la Fortuna Viril. Roma
Templo de la Fortuna Viril. Roma

Hay que hacer mención de una serie de aspectos en que se mezclan el derecho romano y la religión de estado:

-Los responsables del Derecho, tanto humano como divino, eran los pontífices, que constituían el Collegium pontificum, un colegio sacerdotal que era la máxima autoridad en temas religiosos, presidido por el pontífice máximo, o Pontifex Maximus, y de cuya actividad nació la jurisprudencia.

-Del colegio pontifical surgieron los septemviri epulones, que relevaron a los pontífices en la dirección de las epulae Iovis, que eran unos banquetes sagrados en los que mediante la comida, también sagrada, con los más distinguidos representantes de la ciudad, Júpiter entraba en contacto directo.

Emperador Heliogábalo
Emperador Heliogábalo

Agregados al Collegium pontificum estaban:

-El rex sacrorum: en tiempos republicanos llevaba a cabo las tareas sacras que en el período monárquico eran propias de los reyes.

-Los flamines: existían tres mayores y doce menores. Eran sacerdotes que se dedicaban cada uno al culto de un dios. Al nombre del flamen se le añadía la deidad, p.ej. el Flamen martialis era el sacerdote dedicado al culto de Marte.

-Las vestales: sacerdotisas de la diosa Vesta, vírgenes guardianas del fuego perenne y de otros símbolos del estado.

-Además existían cuatro cofradías: arvales, salios, lupercios (las actividades de estos tres se desarrollaban en fiestas periódicas) y feciales (ejecutaban los ritos de guerra y alianza). Estas cofradías funcionaban en sustitución del pueblo romano, pro populo romano.

Al inicio del período imperial, las creencias de los romanos se habían alejado de los antiguos ritos y de los viejos cultos, los cuales seguían funcionando más por tradición que por verdadera creencia del pueblo. Había arraigado cierto ateísmo. De todos modos, con Augusto, comenzó una nueva tradición religiosa, la deificación del emperador, que recibió el apoyo mayoritario de la población, y a su lado también se divinizó a su familia y por extensión a la diosa Roma. Por tanto, se puede afirmar que este proceso de deificación fue tanto religioso como político.

Los cultos a emperadores como Vespasiano o Heliogábalo fueron exagerados. Otros emperadores posteriores buscaron un dios para todo el Imperio, como Aureliano con el Sol Invictus o Sol Invicto, o mucho más tarde Juliano el Apóstata con Helios.

Independientemente de las creencias religiosas específicas de cada individuo, los romanos creían en la inmortalidad del alma y la mayoría creía que los infiernos estaban en las entrañas de la tierra. Algunos pensaban que las almas de los muertos se vengaban de los vivos si eran olvidadas y esperaban las ofrendas en forma de comida para sobrevivir en el más allá. La mayoría, al igual que los griegos, creía en el pago del óbolo al barquero del Hades para poder cruzar el río de la muerte.

Con el paso del tiempo se desarrolla una sensibilidad filosófica y religiosa, y las inclinaciones místicas de la época favorecen la expansión de la idea de que una vida ascética es un camino para la salvación del alma. Dada la libertad religiosa que existe en Roma, las religiones orientales se ven favorecidas en esta coyuntura, y cultos como el de Isis y Osiris (procedentes de Egipto) o Mitra (de Persia y la India) ganan muchos adeptos, al igual que el clásico a la Gran Madre o Magna Mater (de Frigia) que ya llevaba implantado varios siglos, teniendo el honor de poseer un templo en el Monte Capitolino ya convertida la diosa en Cibeles.

Este vacío espiritual en que se encontraba la sociedad romana había dejado un hueco preparado para recibir una nueva fe, que acabaría abrazando el Estado como religión oficial hasta sus últimos días. A pesar de las graves persecuciones que padeció desde sus inicios, el tiempo de los cultos paganos tocó a su fin dando paso al Cristianismo.

En el año 394 d.C. el emperador Teodosio derrotó en la batalla de Frígido a Flavio Eugenio, que había querido reinstaurar la vieja religión. Aunque en el mundo rural se prolongó durante más tiempo, se considera esta fecha como la del fin de los dioses del mundo antiguo.

Mausoleo de Adriano
Mausoleo de Adriano

Autor: Eduardo Ortiz Pardina